Capitulo 1
Aun y cuando yo odiaba rotundamente los compromisos, lo amaba tato a el que cualquier pretexto para estar junto a él era bueno. Honestamente no creía en el matrimonio. ¿Para qué demonios firmar un papel para comprobarle al mundo lo mucho que amas a una persona? Se me hacia una idea completamente retorcida, pero las reglas éticas y sociales así lo indicaban. El simple hecho de imaginar el despertar y ver su rostro descansando en el mismo lugar que yo, me hacia la mujer más feliz e ilusionada que pudiera existir.
Esa misma mañana, me vestí con un pants obscuro, una cazadora de líneas rojas y ate mi cabello con una coleta deportiva. Pase por el supermercado y le surtí la despensa a mi prometido como siempre lo hacía cada lunes por la mañana. Parquee el coche en el estacionamiento privado del pent-house y subí el ascensor para finalmente entrar al departamento de mi novio usando mi propia llave que el mismo me había proporcionado meses atrás cuando decidíamos celebrar nuestro aniversario cada mes.
Aun y cuando yo odiaba rotundamente los compromisos, lo amaba tato a el que cualquier pretexto para estar junto a él era bueno. Honestamente no creía en el matrimonio. ¿Para qué demonios firmar un papel para comprobarle al mundo lo mucho que amas a una persona? Se me hacia una idea completamente retorcida, pero las reglas éticas y sociales así lo indicaban. El simple hecho de imaginar el despertar y ver su rostro descansando en el mismo lugar que yo, me hacia la mujer más feliz e ilusionada que pudiera existir.
Esa misma mañana, me vestí con un pants obscuro, una cazadora de líneas rojas y ate mi cabello con una coleta deportiva. Pase por el supermercado y le surtí la despensa a mi prometido como siempre lo hacía cada lunes por la mañana. Parquee el coche en el estacionamiento privado del pent-house y subí el ascensor para finalmente entrar al departamento de mi novio usando mi propia llave que el mismo me había proporcionado meses atrás cuando decidíamos celebrar nuestro aniversario cada mes.
Al tirar de la perilla, escuche el bip de la alarma de censores de movimiento. Teclee la clave en la pantallita negra que estaba junto a la puerta y puse las compras en la mesa del comedor. Mire a todos lados y no escuche ningún sonido proviniendo del cuarto.
-Son las 11 de la mañana y Chris sigue tirado en la cama…
Prendí el televisor para comenzar a hacer un poco de ruido dentro del departamento y saque las compras de las bolsas para ponerlas en las gavetas de la cocina. Cuando por fin termine de hacer los quehaceres me dirigí a paso lento y sigiloso a la habitación de Chris, note que no tenía la mínima intención de despertarse y hasta se daba el lujo de taparse completamente con la sabana color marón. Abrí las cortinas del balcón que daba vista panorámica a la ciudad y deje que los rayos de sol se filtraran en la habitación. Por primera vez no sabía qué hacer. No sabía si despertar a mi prometido o husmear por las tiendas de por ahí y volver a medio día para salir junto con Chris a comprar comida China como era de costumbre. Me senté en el pequeño sillón que estaba justo enfrente de la cama donde Chris yacía tendido meditando en si en realidad estaba preparada para dar este paso. Miraba fijamente los bloques de los azulejos que decoraban el piso, como si estuviera hipnotizando el objeto. De pronto vi de reojo como la sabana de tono obscuro comenzaba a menearse por el aire y de golpe voltee hacia donde Chris estaba.
-¿Qué haces aquí tan temprano, cariño?- Dijo mientras se frotaba frenéticamente los ojos.
Eche un vistazo a mi reloj de mano y le respondí tenuemente –Son las doce y cuarto.
-¡Mierda! –Chris se levanto de un brinco buscando los pantalones de mezclilla por todos lados -¿No pudiste haberme despertado Jenna? ¡Es tardísimo! Desaproveche casi la mitad del día durmiendo y no pudiste hacer ni un esfuerzo por levantarme.
-¡Perdona Señor Bello Durmiente! No tenía ni la más remota idea que era mi obligación despertarlo para que no se te pasaran las horas de largo. –le gritonee mientras hacía ademanes para denotar mi ironía.
Molesto por el uso de mi ironía, Chris camino sin verme a la cara y se metió al vestidor para buscar una playera que le cubriera el pecho que traía al descubierto. Me quede atónita ante su reacción. ¡De verdad que era un niño berrinchudo y mal educado! Tan rápido como reaccione ante la indignación, tome mi bolso y salí como bala del departamento, encendí mi coche y emprendí de nuevo un el viaje hacia mi departamento en las afueras de la ciudad.
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